El proceso de «sanación» del niño interior implica reconocer, aceptar y resignificar las heridas emocionales de la infancia para redescubrir la alegría y la autenticidad que se encuentra en nuestro interior.
El concepto de «niño interior» se refiere a una idea que en el área de psicología se refiere a que dentro de cada adulto existe una parte de sí mismo que conserva las características y emociones de la infancia. Se trata de una metáfora que describe la conexión emocional que mantenemos con nuestra experiencia de ser niño.
Es la parte de nosotros que se encuentra en contacto con nuestras necesidades emocionales y busca la felicidad, la diversión y la expresión auténtica. Sin embargo, a medida que crecemos y nos institucionalizamos (familia, escuelas, clubes etc.), aprendemos a comportarnos de acuerdo a lo que la sociedad espera de nosotros, es así que este niño que reprimido.
El desarrollo del niño interior implica aprender a escuchar, aceptar y atender nuestras emociones, a aceptarnos incondicionalmente, a abrazar la alegría y la espontaneidad, y a liberarnos de las heridas y los traumas pasados que pueden haber limitado nuestro crecimiento emocional. Este proceso puede incluir la práctica de la auto-compasión y la exploración de los recuerdos de la infancia y la expresión emocional abierta e incondicional que puede darse en un contexto terapéutico.
Cuando hablamos de “sanar al niño interior”, significa reconocer y abordar las heridas emocionales y las experiencias dolorosas que puedan haber ocurrido durante la infancia.
Al conectarnos con los recuerdos y las emociones, podemos identificar y comprender las heridas emocionales que aún nos afectan.
Una parte esencial de sanar al niño interior es validar y aceptar las emociones y experiencias que hemos vivido. Esto implica dejar de juzgarnos a nosotros mismos por sentir ciertas emociones y reconocer que nuestras experiencias pasadas fueron válidas y merecen ser reconocidas.
Es posible que necesitemos trabajar en la reparación emocional de las heridas del pasado. Esto puede involucrar la búsqueda de apoyo terapéutico para procesar y liberar el dolor emocional, perdonar a aquellos que nos han lastimado y aprender a establecer relaciones saludables y amorosas.
Finalmente, la “sanación” del niño interior busca lograr una integración saludable entre nuestro niño interior y nuestra parte adulta. Se trata de encontrar un equilibrio entre la responsabilidad y la diversión, la seriedad y la alegría, y la experiencia de la edad adulta y la candidez de la infancia.
Cuando hablamos de “sanar al niño interior”, significa reconocer y abordar las heridas emocionales y las experiencias dolorosas que puedan haber ocurrido durante la infancia.
Al conectarnos con los recuerdos y las emociones, podemos identificar y comprender las heridas emocionales que aún nos afectan.
Una parte esencial de sanar al niño interior es validar y aceptar las emociones y experiencias que hemos vivido. Esto implica dejar de juzgarnos a nosotros mismos por sentir ciertas emociones y reconocer que nuestras experiencias pasadas fueron válidas y merecen ser reconocidas.
Es posible que necesitemos trabajar en la reparación emocional de las heridas del pasado. Esto puede involucrar la búsqueda de apoyo terapéutico para procesar y liberar el dolor emocional, perdonar a aquellos que nos han lastimado y aprender a establecer relaciones saludables y amorosas.
Finalmente, la “sanación” del niño interior busca lograr una integración saludable entre nuestro niño interior y nuestra parte adulta. Se trata de encontrar un equilibrio entre la responsabilidad y la diversión, la seriedad y la alegría, y la experiencia de la edad adulta y la candidez de la infancia.